O De la vida después de una muerte anunciada
Me sentía culpable por mi anterior post. Sentía la imperiosa necesidad de confesar mi amor por las obsoletas, absurdas y hoy por hoy, inútiles polaroids. Una especie de exorcismo público después de haber hecho una suerte de crítica a las polas y a los guays.
Por otro lado, existen (que yo sepa) dos métodos para tomar polaroids digitales: Poladroid y Pola.
Poladroid fue el primero que conocí, antes incluso de comprar películas instantáneas para la Polaroid que heredé de mi madre. El programa consiste en una cámara que se aloja en tu escritorio, cuando escoges la imagen a "poladroizar" hace el mismo sonido que la Polaroid "de verdad" y la imagen se va creando poco a poco, también como las clásicas. Es genial, por que no solo te crea un resultado tan bonito como las polaroids (y enfocadas!), sino que además puedes tomar parte en el proceso..
Luego descubrí Pola, el supuestamente original sistema de "poladroizar", ideado por Manuel Barzi. Pero no me cautivó tanto (aunque la cámara del interfaz es mucho más bonita que la de Poladroid), entre otras cosas porque no puedes tener el programita en tu escritorio (?), la robótica voz que anuncia que tu pola ha sido creada no pega nada con el mundo-pola...
Con esto y todo, me declaro fan de las polaroids, polas y poladroids; irremediablemente digital y sentimentalmente analógica. Y con estas declaraciones, termino mi exorcismo.
A continuación les propongo una prueba: ¿quién me puede decir cuáles de estas imágenes son Polaroids y cuáles Poladroids?
Vale, sí, se nota.