La cinquième saison es a la vez un elogio a la vida rural y a la fuerza de la
naturaleza, y al mismo tiempo una crítica al gran arraigo de las supersticiones en la cultura popular.
La película comienza de manera agradable, nos retrotrae a la
vida en el campo, a las labores cotidianas de los ganaderos, los granjeros, los
apicultores. Un pueblo de la campiña belga se prepara para la ceremonia de
despedida del invierno, con sus bailes, sus muñecos gigantes y su discurso, en
definitiva: sus tradiciones. La diferencia es que este año ni siquiera la
tradición consigue que el poderoso invierno abandone el pueblo (la comarca, la
zona) con el consecuente desastre para las labores del campo.
Visualmente
la película se compone de imágenes bellas, poéticas, en las que el tiempo
parece detenerse. Ciertas imágenes recuerdan a las videoinstalaciones de Bill
Viola.
La
sensación de frío está conseguida de una manera maravillosa (no sé yo cuanto frío tuvieron o no que pasar los actores),
pero las caras pálidas de carrillos y nariz enrojecidos, las ropas de abrigo
capa sobre capa, y la inmensidad de los bosques sin hojas sobre el suelo nevado
hacen que te recorran escalofríos durante la proyección.
Muy recomendable.
Muy recomendable.
La Cinquième Saison (Peter Brosens, Jessica Woodworth, 2012)
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