23 de diciembre de 2012

Navidad y publicidad

Este año estaba segura de que me iba a tocar la lotería. Por la sencilla razón de que ha sido el único año que he comprado un décimo (aunque fuera a medias). El azar de este tipo de concurso es fascinante a la par que maquiavélico, y la idea de soñar con el botín hace que la gente se gaste mucho dinero en intentar conseguirlo.
A mí no me ha tocado el gordo, pero me han tocado otras muchas cosas este año. Así que no puedo quejarme. Si fuera americana hubiera escrito muchas cosas en mi lista de Acción de Gracias.

La publicidad suscita siempre mucha controversia, y quizá más todavía en fechas navideñas. últimamente la sociedad se ha revolucionado, por ejemplo, con los anuncios de Desigual.
Pero sin duda el que más opiniones encontradas ha generado ha sido el último spot de Campofrío. Hay quiénes lo han acusado de aprovecharse de la crisis y de la penosa situación de la gente para vender jamones. Hay quiénes por el contrario han alabado ese canto al optimismo y esa capacidad de producir emoción en las personas que lo contemplan.
La primera vez que lo vi, recordé un vídeo que circuló por las redes sociales hace unos meses en el que se intentaba dar una imagen de España como un país lleno de oportunidades y de logros. El problema es que este falso optimismo se centraba en las grandes empresas y en proyectos e inversiones de las que los españoles no iban a sacar ningún partido. Mis contactos de facebook se dedicaron a compartirlo con alabanzas y yo no podía salir de mi asombro, por que en mí había producido un efecto absoluto de odio y tristeza. Menos mal que los comentarios del vídeo son reconfortantes, por que verdaderamente ese vídeo, llamado "La crisis española desde un punto de vista diferente" es una tomadura de pelo bochornosa.

Al encontrarme con el anuncio de Campofrío y las críticas que la gente empezaba a escribir, pensé que se trataría de algo parecido, pero para mi sorpresa el vídeo me encantó y logró emocionarme. Quizá por que sea realista, quizá por que esconda una crítica mordaz. Porque aunque lo critiquemos, aunque no estemos de acuerdo con la política, con las medidas, con los recortes; aunque queramos irnos para poder tener una oportunidad, España seguirá siendo el país de muchos de nosotros, y sin un ápice de optimismo, sin una mirada a los logros y al pasado, no conseguiremos querer cambiarlo, querer convertirlo en un lugar mejor. Creo que esto es lo que viene a expresar el vídeo. Optimismo sin conformismo. Esperanza sin alabanza.

Miren y comparen:



1 de diciembre de 2012

La experiencia Kaurismäki

A principios de este año fui al cine a ver mi primera película de Kaurismäki que es su última: Le Havre.
Mi primer contacto con este director de nombre gafapasta se remonta a un intento de asociación cinéfila que unos cuantos compañeros pretendimos montar en la facultad allá por primero de carrera. Paula escribió un comentario en el blog sobre La chica de la caja de cerillas. Me pareció interesante, pero en aquellos tiempos yo era una primeriza estudiante universitaria cargada de prejuicios sobre modernos y gafapastas. Yo, amante del cine clásico y discípula de Hitchcock, estaba convencida de que esas películas no era para mí. Qué malos son los prejuicios.


En cualquier caso, acabada la carrera, Kaurismäki volvió a mi vida en forma de una intensa semana viendo sus películas (a saber: El hombre sin pasado, Nubes Pasajeras, Juha y Luces al atardecer), además de la citada Le Havre. Esta última es un poco distinta, las otras sin embargo tienen mucho en común. No diré más, no he venido aquí contar argumentos, solo he venido a vender (léase recomendar) el cine Kaurismäki. Ni siquiera a Kaurismäki mismo, cuya exposición mediática me recuerda a la de Bob Dylan, aunque con menor proyección; se sabe muy poco de su vida y es considerado un cineasta que se expone poco públicamente, sin embargo la realidad es que ha concedido más de cien entrevistas (en las que se ha ido inventando retazos de una vida un tanto dudosa) y además es un bocazas ("no voy a ver películas finlandesas, ¿quién iría?").

La experiencia Kaurismäki me ha hecho tener una sed insaciable de Kaurismäki; de ver las 11 películas suyas que me quedan, y de pensar y escribir sobre su cine. El único libro sobre Kaurismäki en español lo ha escrito Pilar Carrera este mismo año (esto nos puede permitir hacernos una idea de lo conocido que es el cineasta en nuestro país) y está escrito en ese lenguaje académico que tanta rabia me da (¡hola de nuevo prejuicios!), ese que tiene casi más referencias al pie y citaciones que texto propio. En cualquier caso supone una interesante semblanza y en la portada sale un perro, elemento fetiche del cine del realizador y que suele ser interpretado en su filmografía por las madres e hijas de sus perras, sucesivamente.

Para ilustrar este post, que se ha extendido más de lo esperado, quiero utilizar el cartel italiano de la película Le Havre. Nos solemos quejar de los traductores de títulos españoles, pero en este caso los italianos se llevan la palma con el spoiler:



Por último quiero agradecer a mis lectores de Taiwan: me hace mucha ilusión que me leáis desde Taipei y Taichung, así que he investigado que la lengua oficial en Taiwan es el chino tradicional y no el taiwanés y os lanzo este mensaje: 非常感謝

Sí señores, también me han leído desde Grupo Anaya
Muchas gracias por leer, comentar y difundir este post, ¡hasta la próxima!