29 de octubre de 2008

La Guerra de Los Mundos

Mañana se conmemoran los 70 años de un acontecimiento sin precedentes. El 30 de Octubre de 1938, el grupo de teatro Mercury, liderado por Orson Welles, representaba en la CBS La Guerra de Los Mundos, una novela de Ciencia Ficción escrita por H.G.Wells en 1897. Antes de comenzar la representación, el locutor la anunció a los oyentes, pero más tarde todos los presentes actuaron como si de la realidad se tratara. Todo comienza con la interrupción de una canción, y el anuncio de unos sucesos meteorológicos extraños. La retransmisión continúa con normalidad para volver a verse interrumpida definitivamente. La amenaza extraterrestre se venía encima de las ciudades de Nueva York y Nueva Jersey. Escuchar este boletín de noticias se convirtió en una pesadilla para los que habían pillado la emisión empezada. Se sucedieron numerosas llamadas a la emisora, coches que se salieron de la carretera, e incluso la policía incautó el material utilizado.

Realmente esto es un ejemplo más del poder de los Medios de Comunicación. Si en la radio dicen que está sucediendo una invasión extraterrestre, ¿Porqué no debería creérmelo?
Por lo mismo, cuando leo una noticia en el periódico, me la creo. Si tuviera que contrastarla, ¿de qué serviría el trabajo del periodista? A ellos corresponde seleccionar, verificar y contrastar las informaciones. El lector debería tener la certeza de que las noticias que lee son ciertas. Desgraciadamente no es así. Desgraciadamente no hay más que coger una noticia y leerla en tres o cuatro periódicos diferentes...



La Academia de las Artes y Ciencias Radiofónicas conmemora este acontecimiento, con la representación conjunta, por parte de RNE, la COPE, la SER, Onda Cero, Punto Radio y otras tantas emisoras, del libreto original de la adaptación de la obra de Wells, la misma que se representara hace 70 años en Estados Unidos.
Está representación casi clandestina se llevará a cabo en el Teatro Mira. Los medios anuncian que así será, e incluso que el Teatro tiene cabida para 600 personas. Pero ni rastro de cómo ni donde comprar las entradas.
Por ahora tenemos la certeza de que podremos escuchar la representación en Radio 3 a partir de las 21:00.
Esperemos que todo este secretismo sea una forma de crear expectación.


En este link se puede descargar la emisión de radio completa de 1938
http://rapidshare.com/files/141964406/War_of_the_worlds_1938_CBS_Radio_by_mainframe.mp3

27 de octubre de 2008

Un Hombre En la Oscuridad

En el último libro de Paul Auster, Un hombre en la Oscuridad, un abuelo y su nieta, que padecen de insomnio, pasan el tiempo viendo películas, entre otras La Gran Ilusión, de Renoir (un peliculón con mayúsculas), El Ladrón de Bicicletas, de Vittorio de Sica y El Mundo de Apu, de Satyajit Ray.
Sobre estas películas elabora la nieta (Katya que estudia Cine) una teoría acerca de los objetos inanimados como medio para expresar emociones humanas. En todas las películas resalta uno o dos objetos que en sí mismos muestran una o muchas emociones. Me parece una reflexión preciosa. El objeto más logrado son los platos de La Gran Ilusión; tras la última cena en casa de la mujer alemana (la actriz Dita Parlo, de quién se dice que toma el nombre Dita Von Teese) los dos hombres deben apresurarse para cruzar la frontera a Suiza. Ella los despide en el umbral de la puerta, llorando. La cámara enfoca a los dos hombres corriendo y perdiéndose en el bosque. Pero no termina ahí. “Cualquier otro director habría acabado la película con ese plano” dice Katya a su abuelo. Pero Renoir vuelve a la casa, a la mesa sin recoger, a una mujer sola con su hija que tiene que enfrentarse a los restos de la cena de los que ya se han ido, seguramente para no volver más. Esos platos vacíos significan a la vez la soledad, el horror de la guerra, la tristeza, el dolor de quien ha perdido todo... Un simple objeto representa todo el aluvión de sentimientos que atenazan a esa mujer, viuda, madre y una vez más, sola.


Este mes, la revista Dirigido Por (nº382,Octubre 2008), dedica un artículo a Renoir, con motivo de una nueva edición de dos de sus obras, La Gran Ilusión y La Regla del Juego.
Dice el autor que “Gabin y Von Stroheim son dos actores que llenan como pocos el encuadre” y es verdad que lo hacen, pero a su talento inigualable como actores (Renoir llegó a decir que Dios inventó el cine porque antes había creado a Gabin) ha de unirse la fortaleza de los personajes, la humanidad de dos enemigos políticos enfrentados en la guerra, que son antes que eso hombres, y se respetan y tratan como tales, aunque uno sea prisionero del otro. No tengo muy claro si es el actor el que hace al personaje o viceversa, pero resulta difícil imaginar a unos actores capaces de echar a perder a dos personajes como el Comandante Von Rauffenstein y el Teniente Maréchal. Aunque es cierto que también es difícil pensar en unos actores que los hubieran interpretado mejor.

23 de octubre de 2008

Fernando Fernán Gómez en su ascensor



Un gran panel con pósters de películas españolas, da la bienvenida al quizá excesivamente dorado hall de la sede del Instituto Cervantes en Madrid. Muestra carteles antiguos, desde El Cochecito o Raza, hasta las últimas producciones españolas; Volver, Alatriste o Al Otro Lado de la Cama.
Se trata de la presentación de la exposición "Cine Español. Una crónica visual" que alojará el Instituto Cervantes hasta el 11 de Enero.

La exposición muestra la Historia del Cine español a través de carteles, fotografías y audiovisuales. Se centra en el archivo fotográfico de los rodajes y películas
Resulta bastante gracioso ver de jovencitos a los que hemos conocido ya canos y arrugados (o peliteñidos y retocados) como Almodóvar, Mercedes Sampietro, Ana Belén, Lola Flores...

Además hay un audiovisual, "Cerca y lejos" dónde se presentan escenas de películas desde 1908 hasta la actualidad divididas por etapas, también hay otras pantallas donde podemos ver escenas caracteristicas de algunas de las películas más significativas de la lejana Historia del cine español.

En fin, una oportunidad única para ver un archivo normalmente oculto para el gran público, y que tenemos ocasión de contemplar en un ambiente tranquilo y de luces tenues.

Por un módico precio Fernando Fernán Gómez, y Alberto Closas custodian su ascensor.

19 de octubre de 2008

RH+: El vampiro de Sevilla

Mi condición de babysitter a veces me lleva a insospechadas situaciones.
La última: RH+: El vampiro de Sevilla.

No suena muy infantil, pero es el título de una película de dibujos animados para niños. La historia no está muy clara.
El argumento es algo así como que una familia de vampiros alemanes de raices folklóricas españolas deciden emigrar a un palacete en Sevilla. El padre, Manolo Malasangre, de 500 años, es mayordomo de la viuda del Conde Von Salchichen de Frankfurt. Al final, como la viuda no quiere que se vayan, el hijo le dice que se van de vacaciones a Mallorca, y accede a ir con ellos.
Pero resulta que el avión que alquilan para ir a Sevilla está pilotado por un cazavampiros, y acaban teniendo un accidente.
Entre tanto, un pulpo extraterrestre tiene que salvar la Estatua de la Libertad, que va a ser derruida por un malo malísimo llamado Piraña Jones, pero sus compañeros extraterrestres no quieren ayudarlo y se van de vacaciones. Así que el pulpito llama a todos los superhéroes que se le ocurren: superman, spiderman, lobezno, batman...pero todos le ponen alguna excusa, excepto uno, que se encuentra en Toledo, Ohio, porque ha tenido un accidente, pero mientras está hablando con Little Chip (el pulpito extraterrestre) se cortan las comunicaciones, asique Little Chip se va a buscarlo en la Cafetera voladora a Toledo, Spain, pero tiene un accidente y se encuentra con un toro que sabe japonés, y un japonés que quiere ser torero. Little Chip está intentando arreglar la cafetera voladora cuando caen del cielo la familia de vampiros y todas sus pertenencias. Juntos arreglan la cafetera y cuando Little Chip va a llevar a la familia a Sevilla se topan con la nave de un malo malísimo del espacio y acaban en un agujero negro. Don Manuel Malasangre y Little Chip caen directos del agujero negro en Nueva York y trataran de derrocar a Piraña Jones. Entre tanto se encuentran con el Conde Von Salchichen de Frankfurt que el muy mamón había fingido su muerte para deshacerse de la condesa, que por otro lado es muy pesada y acaba en una isla del Pacífico dentro de un ataúd rodeada de tiburones. Total, que al final toda la familia consigue salir del agujero negro y se quedan a vivir en un pisito en Brooklyn. Y Little Chip consigue salvar la Estatua de la Libertad, un símbolo para el mundo entero.
Y a todo esto no he mencionado a la oveja Carmensita, que también es vampira, y además puede volar.

Surrealismo en estado puro.

16 de octubre de 2008

Los Hombres Anuncio

El otro día iba por la calle y de una camioneta salía la voz de una mujer anunciando un supermercado. Era la radio. El volumen era tal que parecía que el anuncio te iba persiguiendo. Nimendil, que se acuerda de todas las cosas que ha leído, visto y oído en su vida, con todo lujo de detalles, datos y fechas me recordó aquel libro de Philip K. Dick, Los simulacros, donde los anuncios eran bolitas omnipresentes que te iban persiguiendo y solían ser víctimas de despiadados disparos.

También hay un relato de K. Dick en el que un anuncio camina a tu lado y te habla, y llega incluso a meterse en tu casa. El protagonista acaba suicidándose.

Días más tarde la idea de Philip K. Dick, que era un verdadero visionario, se materializó de manera burda por la Avenida Complutense. Cuatro hombrecitos vestidos de negro iban ataviados con un enrome cartel rosa fucsia anunciando la película Sexy Killer. Es, sin duda, mucho más práctico que las marquesinas de las paradas de autobús. Ya no va a hacer falta fijarse para ver un anuncio, ahora el propio anuncio pasará delante de ti en el momento menos esperado.

Ayer un profesor sentenció: “La publicidad ha muerto”. Yo anoté al margen de mis apuntes “No me lo creo”.

Y sigo sin creérmelo, pero en realidad se refería a que la publicidad (el término inglés advertising) ya no es nada comparada con la "publicity", palabra para la que todavía no se ha encontrado traducción al español (ni creo que se encuentre nunca), que se refiere a la publicidad generada por noticias de prensa, aparición en telediarios... Muchas empresas utilizan ya está técnica: generan noticias en vez de fabricar anuncios...y eso que se ahorran, oye.

8 de octubre de 2008

Oda a un periodista con agallas

Está mañana aparecía en el telediario la noticia de que Enrique Bunbury no había asistido a la entrevista concertada para hoy con Televisión Española. En la sala vacía de un hotel madrileño un conserje retiraba el cartel publicitario del nuevo disco del cantante, Helville Deluxe.
Bunbury, obviamente tiene sus motivos para escaquearse de sus compromisos con la prensa: está cagadito. Y lo está porque su disco, más que dar que hablar por su calidad artística, lo ha hecho por la polémica apropiación de los versos del difunto poeta madrileño Pedro Casariego.

Hoy El País publica una entrevista con Bunbury (que fue teoricamente realizada ayer), cuyo desarrollo nos da a entender, porque el cantante ha anulado su cita de hoy...

El periodista, y en este caso entrevistador Carlos Marcos, que iba con las cartucheras llenas, no solo ha sacado a relucir el asunto del poema plagiado sin escrúpulos, sino la semejanza del título del disco con el Hellbilly Deluxe de Rob Zombie, a lo que Bunbury ha replicado lo mucho que lo admira. A la pregunta a cerca de una de sus propias letras, ya no sabe que responder y alega que no se sabe sus letras de memoria, mientras ojea el libreto en busca de ayuda.
(¿Un cantante que no se sabe las letras de su último disco?)
Pero la audacia de Carlos Marcos no termina ahí. Compara uno de los temas del disco con el estilo de Tom Waits, una pregunta ¿sin malicia? A la que Bunbury responde, una vez más, a la defensiva “No pretendía hacerla a lo Tom Waits, pero salió así”
El 50% de las preguntas de la entrevista se refieren a la copia que hizo Bunbury de los versos no de uno, extraídos de varios poemas de Casariego en la canción El hombre delgado que no flaqueará jamás, sin mencionar en ningún sitio su procedencia o su autor.
Seis de las doce preguntas que componen la entrevista se refieren a este tema, de las cuales Bunbury sólo contesta a una de ellas, que dice lo siguiente:

¿Cómo es el proceso de utilizar frases de otros: lleva una libreta, esta leyendo poesía y apunta?

Es una pregunta fantástica, con ese punto de ironía capaz de exasperar al interlocutor, y soltada de soslayo cuando ya parecía que se habían calmado los ánimos. Es la cuarta de la ristra, y la única a la que Bunbury se ve obligado a responder porque no le queda escapatoria.

Cuando todo salió a la luz, Bunbury emitió un comunicado, en el que no solo se compara con grandes de la música como Bob Dylan o Van Morrison y copiar a Casariego con copiar la Biblia, sino que insulta al gremio de los periodistas a los que tacha de poco profesionales y rigurosos. El comunicado, dirigido a los periodistas concluye con la siguiente frase (que, además, no tiene cohesión con la anterior): “Al igual, que en este caso, la realidad os joda una buena noticia”.
Así que la actitud de Carlos Marcos, al que quizá pudiéramos tachar (yo jamás lo hice) de impertinente, queda totalmente justificada ante las críticas sin fundamento lanzadas por Bunbury a los de su profesión.
Carlos Marcos (que probablemente acudiera a la entrevista con gafas y nariz de Groucho Marx) es valiente, no se achanta, no se corta un pelo, y encima va preparado. Hace la entrevista que los lectores queríamos leer, las preguntas que querríamos hacerle y consigue unas respuestas fabulosas, cómo: “vale del tema porque me voy a levantar y me voy a ir” ó “Quiero hablar de mi puto disco, de mi puta gira, de mi puta carrera”...porque, en el fondo, nos gusta ver que los famosos son igual de vulnerables a las críticas y se exasperan de igual manera que el resto de los mortales.

Bunbury comete un gran error en este comunicado (a parte del solo hecho de emitirlo), y es que no responde a lo que había sido cuestionado. Ningún medio lo acusó de plagio, palabra que él se encarga de repetir unas cuantas veces, sino de utilizar unos versos de un poeta (que para colmo se había suicidado) sin citar a su autor. No se le está acusando de un error jurídico o legal, sino de un error humano. Y humanas son las palabras que ha dicho el hermano del poeta a los medios: “No queremos pedirle nada a Bunbury”. Ni siquiera fue la familia quién descubrió la copia, y no van a pedir indemnizaciones. Bunbury ya les ha hecho un favor, sin querer; ahora hay mucha más gente que conoce a su hijo, padre o hermano, y su obra.
Nada le hubiera costado mencionar el nombre de Casariego en la contraportada o hablar de él en alguna entrevista. Ha sido, sin duda, una gran metedura de pata...

Pero su gran problema es que no ha sido capaz de reconocer su error, ha tratado de encubrirlo con tecnicismos, evitando el buen camino: pedir perdón. Con ello se habría ganado el afecto del público y la condescendencia de la prensa.

Para votar por un aumento de sueldo para Carlos Marcos Pincha Aquí

3 de octubre de 2008

¡Apaguen el móvil!

Cada vez son más los maleducados a los que les suena el móvil en el cine. Y no solo eso, en la oscuridad de la sala tardan siglos en encontrarlo. Llegados a ese punto los hay que tienen la desvergüenza de responder, a veces para decir que estan en el cine molestando al resto de la gente o simplemente para intercambiar unas palabras con su interlocutor. Luego están las melodias por defecto...pero esa es otra historia.
Tal vez el método Darth Vader diera buenos resultados...



Yo por si acaso tengo como melodia la marcha imperial...

Dicen que el cine español está en crisis. No, no es el cine, es el público, que no tiene una educación cinematográfica adecuada. Aquí se tiene una idea de cine como diversión, como pasatiempo que de vez en cuando no está mal. Y esto no es malo, el problema es que el cine no se considera un arte, y por tanto no se le tiene respeto. No creo que nadie vaya a un museo y se salga habiendo visto solo la mitad de un cuadro y sin quedarse a leer el letrerito que dice si es óleo sobre lienzo, huecograbado o acuarela. Sin embargo es habitual en nuestras salas patrias que la gente se levante de su asiento sin ver si quiera el nombre del director o incluso que se pongan a charlar de pie evitando que el que está detrás pueda hacerlo. Las salas (a excepción de las Renoir, que se han erigido cómo defensoras del respeto gafapasta al séptimo arte) tienen también parte de culpa. El caso del cine Victoria es llamativo; antes de la transición entre el último fotograma y los créditos ya han encendido los lacrimógenos focos capaces de cegar a cualquiera. Algunos rebeldes nos resistimos a abandonar la sala, pero la inquietante presencia de la señora de la limpieza, agotada, descansando su peso sobre el palo de la escoba, nos impide finalmente llevar a cabo la hazaña de ver una película en el cine hasta el final.