13 de septiembre de 2009

Estimados Clientes

Una carta al director en un periódico de tirada nacional mencionaba con estupor el cambio de vocabulario desde la megafonía del metro de Madrid.

A mí también me chocó que un día cualquiera la pareja de locutores dejara de llamarme usuario para llamarme cliente. Enseguida pensé que alguien habría de haber ideado tal ocurrencia en las reuniones de innovación del metro de Madrid. Sin embargo no se me ocurrió el motivo de tal idea, puesto que fuera cual fuera el beneficio, sus consecuencias económicas son a todas luces negativas: hay que volver a grabar todos los anuncios de megafonía con los sueldos y energía que eso supone. Y todo para crear algo que ya estaba bien, una nomenclatura en la que seguramente ningún “usuario” recaía, pero que a fuerza de cambiarla ha captado nuestra atención.
Los motivos son una incógnita. Somos clientes y usuarios también. Pero la primera hace hincapié en el precio que pagamos y la segunda en el servicio que utilizamos.

Para unos usuarios quemados por la subida constante de los precios de los abonos transporte, la creación de suplementos al viajero por aquí y por allá, la poca duración del abono joven, etc, etc... escuchar constantemente la palabra que remarca el precio que gastamos en un transporte que además de dinero nos cuesta tener media ciudad levantada, cortes constantes para su mejora y mantenimiento y algún que otro susto con la seguridad privada que supuestamente nos protege, no parece lo más adecuado.

El metro de Madrid es uno de los mejores de Europa, eso sin dudarlo. Pero su gestión peca de populista, sus mejoras van encaminadas más a la propaganda para Comités olímpicos y otras actividades que se precien, que para garantizar un transporte fiable y eficaz a los ciudadanos de Madrid.

Cada día el metro se va pareciendo más a un lugar controlado por un Gran Hermano (o hermana). Con pantallas que profieren mensajes de realimentación de los partidos que lo mantienen, de cuyo sonido no puedes escapar en sus pasillos subterráneos ni bajo sus techos acorazados. Los anuncios invaden poco a poco todos los rincones, pero también los mensajes cariñosos (“ojalá pudiéramos realizar las obras sin que se notara”, “hemos escogido estas fechas porque son las de menor tránsito de viajeros”...) que desde arriba nos envían para que cada vez que esquivemos un socavón o veamos nuestros pies de verano recubiertos por una masa de polvo y suciedad, recordemos que todo es por nuestro bien.

7 de septiembre de 2009

Descanso con estrella

¿Que tus cenizas viajen por el espacio? ¿Que lo restos de tu esposa se conviertan en anillo de diamantes? ¿Pasar la vida eterna cerca de un famoso?
Los ricos cada vez lo tienen más difícil para elegir como pasar su eterno descanso. La última excentricidad ha consistido en comprar el nicho colindante al de Marilyn Monroe por nada más y nada menos que cuatro millones y medio de dólares (en eBay). Quizá piense el comprador que con eso de la proximidad terrenal pueda tener algún contacto con la actriz en la otra vida. Quizá sean las ansias de fama; ganas de aparecer en películas o de ser visitado por los fans que llegan en procesión a la tumba de la estrella del celuloide.


Vía: Time